miércoles, 24 de julio de 2013

La conquista de Siberia

En Los gauchos irónicos el escritor Juan Terranova propone lecturas para las obras mas destacadas de algunos escritores de su generación.

Txt. Javier Garat

Juan Terranova es una figura polémica e interesante. Se desempeña como crítico cultural en diversos medios y ha publicado, entre otras novelas, Los amigos soviéticos, Hiroshima, Mi nombre es Rufus y El caníbal. Enseguida comprendió la magnitud de Internet y por eso fue uno de los primeros en explorar ese terreno extraño que se da en su cruce con la lengua. 

Los gauchos irónicos, publicado por Milena Caserola, es su nuevo libro. En este caso se aleja de la ficción para leer escritores argentinos contemporáneos y miembros de su propia generación como Félix Bruzzone, Carlos Busqued, Luciano Lamberti, Pola Oloixarac y Mariano Dorr. Se trata de un libro que propone lecturas y preguntas y destila un mapa irónico donde cada obra se inscribe en un relato más grande que es el de la política y la historia pero desde un presente que ya no mira hacia atrás con miedo o terror. 

El presente en Los gauchos... tiene una clara intención de desestabilizar esos discursos fosilizados que muchos escritores, políticos e intelectuales pronuncian sobre el pasado. ¿Por qué te obsesiona el presente? 

En el plano psicológico y traumático, quizás sea un efecto colateral de haber vivido mi educación sentimental en los años 90, envuelto en ese persistente y absurdo discurso del fin de la historia. En un plano profesional, la diferencia entre el crítico y el académico es que el primero, con riesgo, debe plegarse sobre lo que sucede y le sucede como lector, mientras el académico puede abandonarse a objetos pasados y ya cerrados donde el trabajo es más cómodo y atemporal.

¿Cuáles consideras que son los peligros de hacer crítica sobre el presente? 

Quedar como un idiota y que gente que no conocés, y jamás vas a conocer, vaya por la vida convencida de que sos un canalla, comentándolo en asados y reuniones. Pero peligroso es que se caiga un avión. Esto es, digamos, parte del ejercicio de una actividad. 

En algunas entrevistas decís que las categorías de joven o nuevo, para hablar de literatura, no sirven. ¿Qué categorías te interesan? 

Heterosexual, católico, anodino, contundente, sintético, barroco, expresionista, esmerado, judío, sobreviviente, comemierda, anacrónico, perturbador, parásito, execrable, sensible, payaso. 

¿Cuál es la relación entre tu ensayismo y tu ficción? ¿Cómo conviven? 

Conviven mal. Probablemente termine siendo un ensayista que narra, o un narrador que cada tanto argumenta. Lo digo resignado porque lo veo como algo malo. Espero realmente dejar de escribir “ficción” en algún momento. Hay por lo menos quince escritores de mi generación que lo hacen mejor que yo. 

¿Por qué te interesa la ironía? 

Es una enfermedad horrible de la que me gustaría curarme, casi tan terrible como la homosexualidad. 

¿Por qué elegiste escribir sobre lo que te gusta, proponiendo lecturas, en lugar de escribir en-contra-de? 

Buena pregunta. El desafío es más intenso. Escribir “en contra de” es como ir al tren fantasma, te rías o te asustes, siempre te divertís. Escribir a favor es como intentar colonizar Siberia habiendo nacido en Caballito. Nadie lo hace. Nadie sabe si sirve. Sacar algo de ese suelo helado es muy complejo. No, mentira. Solo seguí mis lecturas y eso fue lo que salió. Ya habrá tiempo para señalar lo malo. 

Además de Los gauchos.. en junio presentaste El vampiro argentino¿de qué se trata? 

Es una novela que se publicó en España hace unos años y es un intento arrebatado de maximalismo tercermundista. No llegó antes por el tema del cierre de la importación de libros. La trama es muy simple. Los nazis ganan la Segunda Guerra, dominan el mundo, Buenos Aires es la capital nacionalsocialista de Latinoamérica. Un vampiro comienza a matar militares y funcionarios succionándoles la sangre de forma bestial. Y claro, están los festejos del Bicentenario de la revo-lución, todos esos equívocos, mis obsesiones por los sistemas políticos totalitarios, por la fuerza, por las armas, por las literaturas nacionales. Es también la historia de un tipo que piensa mucho en un mundo donde todo indica que lo mejor es no pensar. Me rompí la cabeza para escribir esta novela, es larga, farragosa, compleja. Y me habría gustado –Dios lo sabe–, que fuera todavía más compleja. Pero, como dice (James) Ellroy: “Escribir novelas largas, joder, es demasiado tiempo solo”. Y estar solo tiene grandes ventajas pero también grandes desventajas. Hay que hacerlo con cuidado.

viernes, 14 de junio de 2013

La historia de un libro es la historia de un proyecto: la segunda traducción al inglés del clásico de Horacio Quiroga Cuentos de la Selva es también una historia de amor y una experiencia de crowdfunding.

Txt. Emilia Erbetta - @emiliaerbetta

Cuatro personas, en dos continentes diferentes, conectados por Skype, Facebook y mail. Dos en Buenos Aires, una en Nueva York y la cuarta en Berlín, y entre ellos un lugar y ocho relatos traducidos: la selva misionera y los Cuentos de la Selva, de Horacio Quiroga. Jungle Tales es la segunda traducción al inglés del libro de cuentos para chicos que el escritor uruguayo publicó en 1818, cuando vivía en un sótano húmedo de la calle Agüero con sus dos pequeños hijos. Muy lejos estaba la selva que lo había inspirado, esa selva donde construyó una casa y llevó a sus dos esposas. 

“La gente cuando habla de Quiroga siempre dice que es muy trágico y no habla de sus obras”, se queja Jeff Zorrilla, un cineasta neoyorquino que se pasó un año traduciendo los cuentos en el bar San Bernardo de la calle Corrientes. Él y su novia, la argentina Natalia Cortesi, editaron y publicaron esta versión del libro de Quiroga gracias a una campaña de Kickstarter, la primera plataforma de crowdfunding que existió en Estados Unidos. Así, llegaron a recaudar siete mil dólares que les sirvieron para imprimir y encuadernar en Nueva York dos mil ejemplares que ahora se apilan entre Buenos Aires y la Gran Manzana mientras ellos se mueven para venderlos en librerías y ofrecerlos en escuelas. El domingo 6 de abril a las 19 hs, se realizará la presentación del libro en Argentina, en la librería Walrus, en Estados Unidos 617.

“Eso que nos decían que no había mercado entre los lectores de habla inglesa resultó ser mentira (...) hay mucho interés por textos de origen hispánico traducidos”.

“De este libro me gusta mucho la ambigüedad de la naturaleza que por un lado es terrible, porque hay dolor, hay violencia y hay oscuridad. Pero también hay solidaridad, entre la naturaleza y de la naturaleza para con los humanos”, explica Cortesi. Esta oscuridad que siempre se asocia a la literatura de Quiroga y que no tiene problemas para meterse en las aulas argentinas cuando los chicos leen por ejemplo La tortuga gigante (el primer cuento del libro), no pasó el filtro de la pacatería norteamericana que educa a sus niños con Winnie the Pooh y Hi 5. Las editoriales que consultaron juraron que no había mercado en habla inglesa para esos cuentos. “Dejamos estar el proyecto durante dos meses, medio decepcionados, no teníamos idea de cómo publicar un libro – cuentan entre los dos-. Y eso que nos decían que no había mercado entre los lectores de habla inglesa resultó ser mentira, porque el interés que encontramos resultó ser enorme, la comunidad latina en Estados Unidos es enorme y hay mucho interés por textos de origen hispánico traducidos”. 

Alguien les recomendó hacerlo por Kickstarter. Tardaron un mes en armar el proyecto. Un mes que definen como “un curso intensivo de todo”. “No me voy a quejar el crowdfunding, que está buenísimo, pero requiere un montón de laburo, sobre todo porque no teníamos un nombre”, marca Natalia. Pero sí tenían un nombre, el de Quiroga, y eso terminó ayudándolos mucho. Por tratarse de Quiroga, la embajada de Uruguay en Estados Unidos llegó a incluir la información sobre la campaña de financiación en su gacetilla de prensa. En Kickstarter pidieron siete mil dólares. Para presentar el proyecto hay que justificar ese monto, entonces se pusieron a investigar: “Íbamos a las librerías y agarrábamos los libros y en vez de leer la parte de atrás tocábamos los papeles, mirábamos la tipografía, no teníamos ni idea ni de precios, ni sabíamos cuánto salía imprimir un libro”, se acuerdan ahora en el departamento que comparten en Villa Crespo. 


En ese momento, el libro que hoy llama la atención primero por el poder de las ilustraciones del holandés Bert Van Wijk, era un montón de papeles pelados. A Van Wijk lo encontró Jeff mientras googleaba los nombres de los cuentos. “Busqué The Giant Tortoise y encontré esta imagen”, cuenta. Abre el libro en la página 15 y muestra la primera ilustración a página completa: el cazador descansa sobre el lomo de la tortuga gigante, moribundo, y el cielo es amarillo. Esa primera imagen lo fascinó porque no esquivaba la idea de la muerte, se hacía cargo del conflicto por la supervivencia que atraviesa los cuentos de Quiroga pero no dejaba de tener cierta impronta infantil. “Le escribí contándole el proyecto y él me dijo que siempre quería ilustrar ese libro”, agrega en un español que por momentos se le resiste. Van Wijk es holandés y ahora vive en Berlín, pero antes vivió cuatro años en Argentina, donde conoció la literatura del uruguayo. Con él, Europa ingresó en la conexión internacional: Natalia y Sandra Renfigo, diseñadora colombiana que vive en Buenos Aires, trabajaban en el libro desde acá, Jeff en Nueva York y Van Wijk desde Alemania. 

Las oraciones de Quiroga, repleta de aclaraciones, convirtieron la traducción que empezó como un juego en un trabajo duro que llevó casi un año: “Era un hijo de puta, la verdad, porque las oraciones son larguísimas, y hay muchas comas con explicaciones y eso es muy difícil”, admite Jeff cariñosamente. Como traductor tomó la decisión de mantener las oraciones con su extensión original, para respetar el estilo de Quiroga. Jeff ya sabe cuál será su próximo proyecto, para el que aplicó a una beca del Gobierno de Estados Unidos: quiere traducir Los Lanzallamas, de Roberto Artl, que aún no tiene versión en inglés. 






martes, 11 de junio de 2013

Libros por delivery

Librería Mi Casa: un altillo que da pena abandonar

Txt Etienne Baigorri

“Tengo memoria para cosas inútiles, puedo recordar catálogos de editoriales enteros. Ahora encontré dónde capitalizarlo: siendo librera”, asegura Nurit Kasztelan, poeta y mentora de Librería Mi Casa. El proyecto nació hace unos dos años, un poco por casualidad y otro poco por una búsqueda inconsciente. Nurit supo ser economista y trabajar en el Estado todo lo que soportó, hasta que un día colgó los guantes y presentó la renuncia. “No sabía que iba a hacer, por eso digo que lo de la librería no se me ocurrió, sino que se fue dando de a poco”, explica. Empezó primero ofreciendo su ayuda y todo el conocimiento que una persona que gastaba la mayor parte de su sueldo y de su tiempo en libros pudo adquirir a editoriales amigas para que le dejen algunos ejemplares que ella iría vendiendo y recomendando en sus clases de teatro o en los ciclos de lectura de poesía que organizaba en ese momento. 



El traslado por la ciudad con una bolsa llena de libros empezó a tomar cada vez más envergadura, había llegado el momento de formalizar la alianza. Así fue como comenzó Librería Mi Casa, su nombre no deja lugar a la imaginación: Nurit acondicionó el altillo de su vivienda para convertirlo en una verdadera librería, de esas tan lindas, completas y cálidas que da pena abandonar, aunque más no sea hasta la próxima compra. “Hubo un momento en que esto se empezó a hacer conocido y me traían libros de Chile o de otros lugares, yo también viajaba y empezó a fluir. Fue muy de a poco y ahora ya no me alcanzan los estantes”, comenta.

El secreto mejor guardado de Librería Mi Casa es su toque personal y una búsqueda real por dejar en el mundo lectores satisfechos. “Disfruto de recomendar libros, de preguntar, conozco a los lectores que vienen y sus preferencias y me gusta que vuelvan. A veces los llamo yo directamente para decirles que llegó un libro que les va a encantar. Es un poco recuperar ese oficio, que existe todavía, pero no en mucho lugares”, reconoce la poeta, que también es parte de la Editorial Excursiones.

Lo auténtico del proyecto no se queda sólo ahí, la apuesta de Librería Mi Casa, que se especializa en poesía, narrativa y filosofía contemporánea, es “traer lo que no llega”. Nurit promete: “no sólo rarezas en cuanto a títulos, sino también en cuanto a ediciones, libros cocidos, hechos a mano, libros chiquititos, libros de autor. Ediciones raras, editoriales descatalogadas, cosas que no hay en otro lugar”. Los exquisitos lectores que quieran hacerse de estas propuestas tienen varias opciones, o bien utilizar Librería Mi Casa como una bitácora virtual y encargar sus libros, que serán enviados a domicilio, o solicitar cita y disfrutar del clima literario que ofrece este altillo vuelto librería.

martes, 30 de abril de 2013

Entre el éxtasis y la caída


El poeta y periodista Federico Fahsbender presenta su segundo libro de poemas, 
La imagen que profana y destruye.

Txt. Andrés Kilstein - @nofumarx | Ph. Laura Grosskopf - @laugross 


La imagen que profana y destruye es el segundo libro de poesía de Federico Fahsbender, luego de Grimoire de las chicas de Emi (2010), ambos publicados por el sello Nulú Bonsái y llega luego de su guión para el comic Hazme reír (2011). Visceral, oscuro y por momentos esotérico, inscripto en una suerte de género Dark Metal de la poesía, el nuevo libro que presentará en la Casa del Bicentenario a principios de este mes compila poemas de los últimos dos años y está escrito desde la necesidad y la añoranza de Edades de Oro postuladas. 

De colores ocres y trazos intensos, el relato lírico expone una carga seria de conmiseración, que nadie que escriba sobre sí mismo puede evitar. El periodista que en doce años ejerció su profesión y oficio en una heterogénea carta de medios, habló con Cultra y profundizó sobre su obra más reciente.

¿Cómo describirías tu libro a una persona que no lo conoce?
Está escrito desde la conmoción, desde la vergüenza hasta el vacío, que es la imagen que profana y destruye, eso que tenés enfrente tuyo que te invade los ojos y te caga la vida. Es un libro sobre vínculos: sobre renunciar a vínculos, reclamarlos, honrarlos, construirlos. Es una búsqueda de trascendencia, acechada por espectáculos de horror o de belleza, como estar solo ante las multitudes de la muerte.

Hay varios elementos autobiográficos como la presencia de tu hermano menor Fernando o la enfermedad severa de tu madre
El cáncer de mi madre no es un dato biográfico real, ella sigue con vida. Varios poemas hablan de su muerte y una especie de transformación espiritual post-mortem después de un cáncer muy cruento. Perdí a mi papá a los 6 años, muy de repente. Y a fines de los ’90 mi madre, sostén de la casa, se enfermó. Me miraba con Fernando y me preguntaba: “¿Qué pasa si nuestra mamá se muere?”. Quería hacer partícipe a mi hermano de esa fantasía. Es un episodio que dispara parte de la obra.

Hay fechas que se repiten en el texto: 1989, 1996 y 1997. ¿Son años para ser interpretados por el lector?
Es una escritura biográfica, aunque a veces esté codificada o hecha fantasía. Aquellos fueron años traumáticos, serpenteantes, entre el éxtasis y la caída. En el año ‘97 incorporé mucha cultura death metal, hardcore, punk, skate, comic, juego de rol y empecé a separarme del mundo que me rodeaba y buscar un marco de pensamiento en esa cultura que absorbía. Ahí conformé el vocabulario que me compone hoy. El ejercicio de lectura que propongo es que cada lector observe su 1989 o su 1996.

¿Creés que el lector que se puede sentir atraído por tu trabajo tiene algún interés en lo mórbido y la sordidez del mundo?
El factor sórdido y lo sentimental están unidos muy estrechamente. Si leés Shakespeare, en todas las obras hay un momento de celebración y uno de tragedia, aunque mis celebraciones no sean tan explícitas. Cuando mirás a la oscuridad es porque conocés la diferencia, porque sabés que hay otra cosa. Mi libro anterior tenía imágenes mucho más pérfidas.

Se presentan elementos esotéricos, puntualmente en las ilustraciones que tomás
Las ilustraciones son sacadas de Diferentes pasos de la manifestación, un texto hermético del siglo XVII. El esoterismo está mega presente, desde el uso de la terminología hasta la búsqueda de disciplina. En todo el libro hablo de cómo busco unirme a mi Dios y comprenderlo. Él no está fuera de mí sino que es la instancia suprema de mí mismo. Es muy socialmente punible hablar de Dios en poesía con insistencia.

¿Alguna vez leíste en vivo las piezas de La imagen…?
Siempre. He leído todos los poemas. Excepto algunos pocos que no funcionan en vivo. Hay algo de acting, de ponerle el cuerpo, que constituye a mi poesía. En el libro aparece muchísimo el término “todos ustedes”, una marca de oralidad y de complacencia, envidia o ánimo de venganza hacia el oyente.

¿Cómo ves el circuito de poesía en el que te movés?
Muy sólido en ciertos aspectos, con un ánimo enorme de creatividad, y a su vez veo mucha fragmentación, están todos muy separados entre sí. Lo entiendo pero en una visión macro no asegura un buen resultado final. Hay también gente que lee en público y no está preparada, que no llegó a un momento de calidad en el texto, que trabaja con repetición de estereotipos, como la nena sweetie, la minita kitsch o el chabón surrealista tanguero. Puede ser divertido, pero no quiero que las cosas me den igual.

¿Cómo performador de la oralidad, cuán cerca o lejos te sentís de una persona que hace stand up?
Son circuitos que no se tocan. Últimamente en la poesía hubo una superposición con cierta forma de stand up que no comparto. Es como un actor que le faltan cinco para el peso, una mediopelidad que no me convence. Si ves la poesía a cincuenta metros sí es un stand up, es una persona hablando de un escenario con un micrófono. Pero de cerca, lo que sucede es otra cosa.




lunes, 15 de abril de 2013

Una nena grande

Ofelia es una historieta de la dibujante Julieta Arroquy que refleja las ideas y sentimientos de una generación de mujeres que viven en la eterna búsqueda.


Txt. María Eugenia Mastropablo 



Llega en bicicleta, con un pantalón oxford, un rodete con trenzas y perfume con aroma a coco. Etérea se sienta y mira con ojos de nena. Lo primero que dice la dibujante Julieta Arroquy es: “No quiero que parezca que la vida de Ofelia es el minuto a minuto de mi vida”. “Claro que la primera fuente a la que voy para inspirarme es mi vida. Cuando estoy mal no me salen Ofelias alegres. Pero también uso mucho de la vida de otras personas, cosas que veo, películas, letras de canciones, chistes que aparecen en otro sentido y que los termino catapultando gráficamente”. “Las Ofelias alegres no gustan tanto como las bajón”, agrega y se ríe. 

A fines del año pasado salió a la venta el primer libro de Ofelia que ya cosechó un gran número de fanáticas. En las presentaciones y ante la prensa, Arroquy suele ser comparada con Maitena. Con respecto a esto, ella opina: “Yo creo que la comparación se da porque es la única referente femenina que tenemos. Maitena logró hacer su historieta, Mujeres Alteradas, y meterla en la revista Para Ti. Fue referente para muchas cuando no había casi mujeres haciendo humor gráfico. Hasta hace poco nosotras no trascendíamos como los hombres. Como Maitena se retiró un poco de la escena del dibujo, dejó la puerta abierta para que haya sucesoras y cubrieran su lugar. No me molesta que me comparen en el sentido de que es un halago, pero somos diferentes. Maitena escribía en la década menemista. Creo que el planteo de la época no es el mismo que ahora. Los cuestionamientos de las mujeres no eran los mismos, por lo menos para la generación de los 30. Las mujeres ahora no están tan preocupadas por casarse y tener hijitos sino que les importa más conseguir cosas personales, conocerse mejor a ellas mismas. Tener más y nuevas experiencias”.

Al abrir la página de Facebook pueden verse las numerosas fotos que envían las fanáticas con el libro de Ofelia en la mano. Hay mujeres de todas las edades, incluidas nenas. “Una no sabe a dónde llegan los dibujos y quién se puede identificar. Claramente hay algo de lo femenino que termina siendo bastante aniñado, sobre todo el amor, no ser correspondido y esas cosas que, por lo general, nos tocan a todas más o menos parecido. Trato de llevar eso a los dibujos de Ofelia, la cosa exagerada femenina, que la mayoría de nosotras no quiere decir ni contar porque nos queremos mostrar como superiores, superadas, pero que en realidad nos pasa a todas”, marca Arroquy. Sobre sus comienzos, reconoce:“Yo claramente empecé a dibujar luego de una ruptura pero, finalmente, me di cuenta de que éso tenía que ver con un vacío personal y con una pasión encontrada muy tardíamente. Hay veces que la vida tiene un sabor a nada y tiene que venir un cambio. A mí me surgió así, estaba latente, sólo había que buscarlo. Ahora dibujo pero ya no me resulta tan terapéutico como antes, lo hago porque construí un diálogo con las lectoras”.


Si bien a las fanáticas es el tema que más les gusta, Arroquy cuenta que no quiere que Ofelia sólo hable de rupturas y de relaciones de pareja. “Me preocupa bastante la violencia de género. En lo que va del 2013 ya murieron como veintipico de mujeres. Esa violencia como si fuéramos seres inservibles, no la puedo entender. Cada tanto veo que aparecen cosas en las redes sociales. Les enseñan a las mujeres a tener cuidado con los golpeadores pero no les enseñan a los hombres a no golpear. Está como mal dirigido el mensaje”.


A la dibujante también le interesa abordar cómo la relación que las mujeres establecen con su padre desde pequeñas está reflejada en sus vínculos posteriores con los hombres. “El primer vínculo que tiene una mujer con un hombre es con su padre y, muchas veces, esa construcción influye en las relaciones de una mujer adulta con los hombres. Las mujeres que siempre han confrontado con su padre es muy probable que su manera de vincularse con los hombres sea la confrontación o si han sido niñas mimadas tienen otra actitud mucho más displicente o desprendida, más de princesa. Las que han sido abandonadas por un padre están temiendo ser abandonadas. Algo de eso hay, habría que preguntarle a Freud sobre todo esto. Se puede curar igual, con terapia”.


jueves, 7 de marzo de 2013

Todas las manos


La Casa de Letras organiza una fiesta comunitaria e invita a grandes y chicos a escribir el libro más grande que se haya visto. 

Txt Lucía Levy 


El sábado 9 de marzo, la biblioteca La Reina Batata de Belgrano se llenará de colores, música, escritores amateurs e ilustradores profesionales. Todos ellos serán los encargados de crear el libro gigante, una iniciativa que tiene como objetivo expresar el pensar, la memoria, la fantasía y los deseos de niños, jóvenes y adultos a través de un texto que quieren compartir con otros. 


Se trata de una fiesta que comenzó en la ciudad de Mataró (a 30 kilómetros de Barcelona) hace 35 años, fundada por el librero y contador de cuentos catalán Pep Durán, quien conducirá la fiesta en Buenos Aires. “El evento se reitera cada año en Mataró y hace mucho que hemos deseado replicarla aquí en nuestra ciudad. Luego de dos años de presentar el proyecto en el Fondo Metropolitano de las Artes, logramos su apoyo para invitar a conducir el desembarco en nuestra ciudad a uno de sus fundadores, Pep Durán”, explica Blanca Herrera, directora de Casa de Letras, la escuela de escritura y oralidad que organiza la fiesta.

“La Creación del Libro Gigante es una fiesta comunitaria en la que se afirma al libro como instrumento cultural, objeto de creación, soporte de comunicación, vínculo entre las personas”, define Herrera. Es una actividad totalmente libre y gratuita y cuenta con la colaboración de 25 artistas plásticos que ilustran los textos con la ayuda y guía del autor del relato. Así sea un niño o un abuelo. 

“Es como si construyéramos una burbuja de colores y sonido agradable, dentro de la cual se da un acto creativo -individual y colectivo a la vez-, y una vez transcurridas las dos horas que dura el evento, se cierra con música estridente y ritmo frenético, como si la burbuja explotara y volviéramos a la realidad de la vida cotidiana”, dice Pep Durán.

El libro gigante guarda la memoria de un momento compartido, de un instante de creación colectiva, que con la continuidad, año tras año, permite reencontrarse con la propia biografía, la de aquel niño que ahora ya es padre y muestra a su hijo aquello que escribió cuando tenía su edad. 

Sábado 9 de marzo de 11 a 13 en biblioteca La Reina Batata, La Pampa y 11 de Septiembre, Barrancas de Belgrano.

jueves, 3 de enero de 2013

Lecturas de verano

Una selección de lecturas para disfrutar al sol. 

Txt. Javier Garat

Plop 




Interzona reeditó Plop, una novela que circuló de boca en boca como una leyenda sobre un escritor argentino que en una novela austera había logrado proyectar la sociedad después de la sociedad a través de un personaje brutal que le da nombre al libro. En un relato de ciencia-ficción donde la ciencia no existe, Rafael Pinedo describe la vida de Plop en el Grupo –un clan que se mueve entre los restos y el barro de una futuro post-apocalíptico-. Con precisión de etnógrafo Pinedo construye un mundo casi mítico como si los hechos mismos estuvieran sucediendo frente a sus ojos y no tuviera tiempo de ahondar en descripciones innecesarias. Un mundo donde solo se toma agua si llueve y un claro sin cascotes ni barro solo puede ser soñado. 



Planet 

Quien guste de pasearse entre las mesas de saldos se cruzará, si tiene suerte, con Planet. Grata sorpresa tendrá el paseandero cuando después de llevarse esta novela que Sergio Bizzio publicó en 1998 comience su lectura. Como mínimo Planet es estrafalario. Con una facilidad para lo imposible que recuerda a Levrero o Laiseca, Bizzio sumerge al lector en una historia que va de cero a cien en casi nada. Planet es un planeta inverosímil donde el poder es detentado solo por dos canales de televisión. La disputa entre ambos canales lleva a los dueños a raptar y transportar al planeta a dos actores argentinos de telenovelas para que actúen en sus programaciones. El éxito que esto suscita genera una extraña oleada de interés de los planetienses para con la cultura argentina. Sin embargo, la tranquilidad de Planet se quiebra cuando se entiende que los argentinos cargan consigo un extraño virus que amenaza con la destrucción del culto planeta. 



Los años felices 




A pesar de haber sido publicada primero por partes en un blog Los años felices no es excesivamente fragmentaria. A través de las aventuras de un grupo de pibes del conurbano durante los noventa Robles cuenta la adolescencia de Eric, un joven de clase media. Los años felices puede ser leída como una novela de iniciación, es decir, un relato sobre la formación de la estructura sentimental de los personajes. A través del prisma de miles de referencias culturales –Mortal Kombat, la masturbación grupal, Los Simpsons, Corky, Cemento o la Pronto Shake- la voz de Eric narra una época donde, tal como reza la contratapa, el mundo entraba en disolución. Amores, vacaciones, peleas, traiciones y amistades plagan una melancólica mirada sobre la juventud vivida en una época signada por el 1 a 1, de un lado, y por el desempleo, del otro. 





El último joven 

El último joven es el primer libro de Juan Ignacio Boido. Los relatos que componen el volumen son cinco y se agrupan en torno al hilo de la pérdida de la juventud. Sobre ese momento en que se sabe que se perdió cuando se empieza a preguntar por ella. Vista desde el extremo contrario es también una serie de relatos iniciáticos: el desamor, la literatura, la experiencia y la distancia son algunos de los tópicos que se exploran en ese quiebre donde el último joven empieza a dejar de serlo. Quizás el relato que mas se destaca es Teddy Hernández entra a la literatura, un cuento, casi una nouvelle, donde el escritor ajusta cuentas con la literatura nacional en una narración digna del mejor Fogwill, una prosa extemporánea que busca atestiguar los modos y las formas de una clase alta anquilosada y decadente.